En ocasiones nos encontramos en situaciones de nuestras vidas que reconocemos como un cruce de caminos, como una encrucijada. Días en los que es difícil tomar una decisión, sobre todo si esta se refiere a continuar con algo o alguien a lo que le hemos dedicado tiempo de nuestras vidas que consideramos importante, y que seguramente ha estado nutrido por expectativas, deseos y/o metas a alcanzar. En este contexto nos encontramos con la necesidad de soltar lo que hace daño.
Es conocida la famosa frase de Ortega y Gasset, «Yo soy yo y mi circunstancia», que alude a la libertad, a las cosas que controlamos y las cosas de nuestras vidas que no son controladas por nosotros. En esas encrucijadas es por lo general difícil identificar, a ese yo, a esas circunstancias y en consecuencia se hace complejo tomar decisiones en algo que depende de nosotros que es difícil reconocer y determinar. En este sentido, viene al caso la siguiente afirmación:
Muchas veces nos concentramos en “Hacer” cuando en realidad nuestra felicidad podría estar en el “no hacer”, no seguir permitiendo, no seguir sin límites, no amarme, no apoyarme.
Psic. Andrea San Gil
He allí una de los principales conflictos que se generan dentro de nosotros al encontrarnos algunas veces súbitamente en ese cruce de caminos, ¿qué decisión tomar? El famoso poeta peruano Cesar Vallejo al referirse a las decisiones que se pueden tomar, expresó:
“¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda la mecánica social cabe en estas palabras”.
El proceso de soltar lo que me hace daño: Las decisiones que llevan a alejarse suelen ser las más duras
Sobre todo las decisiones que involucran alejarse y partir suelen ser las más duras ya que por lo general, causan tristeza y congoja. En este punto cabe preguntarnos por qué en estos casos se hace áspero tomar alguna determinación. La siguiente idea expresada por el conocido autor Paulo Coelho, en su obra El Camino del Arco, puede seguramente darnos una visión y una respuesta a esa situación.
“Pero jamás dejes de soltar la flecha si lo único que te detiene es el miedo a errar. Si has hecho los movimientos correctos, abre la mano y suelta la cuerda. Aunque no des en el blanco, sabrás afinar la puntería la próxima vez.”
Estas circunstancias y las decisiones tomadas en ese momento, por lo general caracterizaran nuestras vidas, al estar conscientes de ello afrontarlas produce intranquilidad e incluso miedo, cada caso es único y su abordaje requiere en muchos casos experiencia y asesoría profesional.
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