Los cambios siempre son fuertes, una expresión que da una idea de ello es el término “miedo al cambio”, que se refiere en general a enfrentar una situación que involucra una alteración en las actividades que realizamos en el día a día. Este concepto se extrapola a diversas situaciones como una mudanza de residencia, un cambio laboral y por supuesto una relación personal.
Es importante tener presente el alcance de la noción “miedo al cambio” que se forma de dos conceptos, miedo y cambio. El miedo es la expresión de una emoción, en principio constituye para la especie humana un mecanismo de defensa y protección ante situaciones que percibimos de peligro. Por otra parte, la palabra cambio, se entiende en general como la transición de un estado a otro, de una situación a otra, de un escenario a otro o bien de una actitud a otra.
La mezcla de los conceptos miedo y cambio, en el término compuesto “miedo al cambio”, aflora una noción que implica contextos más allá de los peligros primitivos que nos amenazaron desde nuestra vida en las cavernas hace miles de años. En el mundo moderno, lo asociamos fundamentalmente a la expresión de percepciones y pensamientos que pueden involucrar escenarios pasados, presentes y/o futuros que pueden ser asociados con ideas como el trabajo, el estilo de vida, el lugar de residencia y por supuesto el ámbito de las relaciones interpersonales.
Es oportuno en este punto preguntarnos ¿por qué se dificulta en muchos casos, asumir o hacer cambios que intuimos o sabemos son necesarios en situaciones de la vida moderna? Por supuesto, el perder un empleo, afrontar problemas de comunicación en las redes, incluso problemas personales propios de la sociedad de los últimos años, probablemente no responden el diseño original del cerebro, el cual respondía más a la necesidad de sobrevivir que a la búsqueda de la felicidad.
Por ello el afrontar el miedo al cambio, es un proceso más complejo que involucra la racionalidad más que el instinto primitivo de supervivencia. La plasticidad de nuestro cerebro ha permitido abordar estos procesos emocionales complejos con la flexibilidad y adaptabilidad que ha sido necesaria para hacerlo de manera acertada. Si bien como decía Heráclito: «no hay nada permanente, excepto el cambio» , en muchas ocasiones es difícil aceptarlo, no sólo en el entorno, si no en nosotros mismos, incluso en algunos casos nos inmovilizamos, nos embarga una especie de parálisis y no entendemos por qué.
Hasta que se advierte y se racionaliza el temor que ese cambio nos produce, no se da un paso importante, el cual consiste en reconocer que se tiene miedo a cambiar. Una vez cubierta esa etapa podemos hacer propia la expresión del psiquiatra austríaco Viktor Frankl, al señalar, “cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos”. En ese momento, se abre una puerta a nuevas oportunidades, a nuevos escenarios, es la forma de procurar mejorar de alcanzar lo que deseamos para nosotros. En pocas palabras de buscar la felicidad.
Es común que algunas personas asisten a consulta psicológica por miedo a dejar una relación donde son infelices o un mal trabajo, cualquier cambio brusco de rutina ocasiona miedo, sin embargo, si te identificas con este artículo no dudes en buscar ayuda psicológica para hablar acerca de tu incertidumbre.
Soltar es necesario aunque genere sufrimiento de momento pero aferrarte a una relación donde eres infeliz por no soltar; no tiene sentido.
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